Unión Hidalgo, Oax. Guadalupe, Isabel y Rosario son mujeres indígenas zapotecas que defienden la tierra, el territorio y el medio ambiente; no son sumisas y tampoco débiles. Al contrario, salen a la calle y defienden sus saberes comunitarios ante los megaproyectos instalados en el Istmo de Tehuantepec. No ha sido fácil porque han sufrido hostigamiento, discriminación y en algunos casos agresiones verbales y sicológicas.
La entidad oaxaqueña, según el Informe (2016) de la Iniciativa Mesoamericana de Defensoras ocupa el primer lugar en agresiones a mujeres defensoras indígenas. Del 2012 al 2016 fueron 648 agresiones contra mujeres que defienden su territorialidad.
En esta zona oaxaqueña existen 21 parques eólicos en seis municipios (Juchitán, Ingenio Santo Domingo, Ixtaltepec, Unión Hidalgo, El Espinal y Juchitán) en los cuales están instalados mil 608 aerogeneradores con una inversión de 4 mil 318 millones de dólares que ha posicionado al estado de Oaxaca como uno de los mayores complejos de energía renovable no sólo en el país, sino en todo el Continente Americano.
Norma Cacho, coordinadora de procesos organizativos de Prodesc A. C. compartió que las mujeres defensoras al salir de sus casas y protestar, de manera automática la sociedad las desacredita y sufren violencia, principalmente la de tipo sexual por su condición de género.
La especialista en temas de territorialidad explicó que nada es casualidad que Oaxaca ocupe el primer lugar de agresiones, al igual que Guerrero y Chiapas. Precisamente por que en estos tres estados de la República mexicana se encuentra la mayor cantidad de recursos naturales y la mayor cantidad de megaproyectos que tienen que ver con la territorialidad.
“La situación no es nada fácil para las mujeres defensoras, por eso desde nuestra agrupación le damos el acompañamiento. Recientemente el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, anunció nuevos proyectos: más parques eólicos por lo que el escenario se mira más conflictivo”, expresó.
Resaltó que la defensa de la mujer va más allá de su medio ambiente y su territorio; ellas buscan que ese espacio dador de vida siga fértil y firme para sus descendientes.
“La mujer que lucha propone alternativas por eso están denunciando y por eso están siendo perseguidas”. El Centro de Derecho Mexicano Ambiental (CDMA) en su informe del año pasado dio a conocer que las y los defensores oaxaqueños se encuentran en una de las entidades federativas con los números más altos de agresiones a defensores ammbientales con 35 casos de un total de 86 registrados en todo el país.
Las agresiones más recurrentes para las y los defensores mexicanos en 2016 fueron las amenazas las cuales representaron un 24%, seguidas de la intimidación con un 19%; la criminalización en un 18% y las agresiones físicas se presentaron en un 15%. Otras agresiones registradas fueron el hostigamiento con 11%, la difamación con 6%, la privación ilegal de la libertad, el desalojo forzoso, el allanamiento y robo, en un dos por ciento cada uno. Sólo se registró un caso de homicidio.
Por su parte, el Mecanismo para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas ha identificado la misma tendencia sobre el gran número de casos en que los agresores son autoridades del Estado, pues señala como probables agresores de las personas defensoras de derechos humanos beneficiarias en el periodo de octubre de 2012 a junio de 2016 a 71 servidores públicos; 55 particulares y 66 como no identificados.
La mujer y la defensa de su tierra
Guadalupe Ramírez es integrante del Comité de Resistencia del Proyecto Eólico de Piedra Larga e Isabel Jiménez de la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca (APPJ) llevan más de cinco años en la resistencia contra los parques eólicos mientras que Rosario Castellanos originaria de Unión Hidalgo hace apenas unos meses se integró a la concientización social y las tres señalan que los parques eólicos instalados lejos de dejar beneficios han causado divisiones sociales y lo más lamentable se han olvidado de preservar los saberes comunitarios.
Coinciden que ser mujer hoy en día es difícil y más aún ser mujer defensora de la tierra y el territorio porque no está alejada de la violencia, al contrario se ha acrecentado y existe un estigma sobre aquella que deja su casa y sale a manifestarse porque se le discrimina y señala.
Isabel Jiménez se dedica a la elaboración de medicina tradicional desde ha ce 30 años, su vida era colectar flores y plantas del campo, cuando se integró a la lucha de la defensa del medio ambiente todo cambió, sufrió persecución y hostigamiento, no sale sola de su casa, ya no va a su parcela por que teme a que la maten.
“No podemos permanecer callados ante tanta injusticia, es nuestra vida la que esta en juego, mi familia me ruega que deje todo, pero les explico que lo hacemos porque queremos un mejor futuro, queremos que nuestra tierra sea de gente productiva y que ame su cultura, sus sabores y sus olores, no de un pueblo entreguista al mayor postor”, expresó.
La resistencia de Isabel y su agrupación es la consulta indígena que se realizó la Secretaria de Energía en Juchitán en el 2015, interpusieron un amparo para que se anule porque aseguran violó todo lo estipulado en el convenio 169 de la OIT porque no fue previa, libre y tampoco culturalmente adecuada porque no se respetaron los usos y costumbres de la comunidad, tales como la lengua zapoteca y los tiempos comunitarios; no se tomaron en cuenta a las autoridades de la comunidad y la información se presentó en un lenguaje excesivamente técnico.
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