El parteaguas que se ha establecido a partir de los sismos que han afectado el Istmo de Tehuantepec se ha tornado en una realidad que lastima no sólo a las comunidades, sino a los que somos testigos del viacrucis en el que se ha tornado ser parte de las estadísticas de damnificados. Para la mayoría de la población del Istmo hay un antes y un después del siete de septiembre. Antes, la vida transcurría dentro de la cotidianidad, la gente, a pesar de las dinámicas complejas en las que han visto envueltos sus modos de vida, se han esforzado por no dejarse avasallar por la difícil realidad que los rodea. Desde el sismo, las actividades económicas y culturales prácticamente se han detenido. A poco más de dos meses, la gente aspira a algo de tranquilidad.
Hacer un recuento significa volver los ojos hacia las acciones y omisiones que por años han alimentado dinámicas de exclusión de las comunidades originarias, pero que por la situación que permea, se han exponenciado. En medio de todos los inconvenientes a los que se tienen que enfrentar dentro de sus espacios de sobrevivencia, ahora, las tensiones se trasladan para acceder a los recursos públicos en el afán de recuperar algo de la cotidianidad perdida. En este calvario se enfrentan cara a cara contra la indiferencia y el abuso ante escenarios y personas insensibles que representan otros intereses.
La violencia institucional ejercida sobre las comunidades afectadas inicia desde el cuestionamiento a sus modos de vida. Dentro del censo que permite acceder al folio que a la vez permite acceder al recurso destinado por el Fonden para la reconstrucción, no son consideradas las casas construidas de manera tradicional y con materiales propios de la región que reflejan en su contorno la manera como los pueblos han articulado sus formas de vida alrededor del espacio que significa la casa. En San Mateo del Mar, las casas siniestradas construidas de carrizo y palma no fueron consideradas como damnificadas a pesar de que las familias llevan más de dos meses sobreviviendo bajo lonas de plástico, que además, cabe el apunte, es un área donde el viento golpea de manera intensa durante siete meses.
Así, las mujeres y los hombres van de consternación en consternación al descubrirse ignorados por un sistema que sólo los toma en cuenta como moneda de cambio para lucrar con su desgracia. El primer censo posterior al siete de septiembre arrojó un aproximado de afectados, sin embargo, el número y la intensidad de réplicas ha provocado que las viviendas que en un primer momento no mostraron daños, ahora presentan averías estructurales que impiden que las familias puedan habitarlas. Al duelo que han vivido las familias de los pueblos del istmo por la pérdida de sus familiares, se ha sumado la imposibilidad de cumplir con sus rituales, no hay espacios para el luto si todo está reducido a escombros, si no se tiene la certeza de que ese espacio vacío volverá a albergar alegría.
- : La Minuta
- : 15/11/2017
- : Defensores Comunitarios
- : Istmo de Tehuantepec
- : San Mateo del Mar
- : San Mateo del Mar
- : Acciones de Denuncia Pública
- : https://www.educaoaxaca.org/2414-despu%C3%A9s-del-terremoto-acciones,-omisiones-y-maniobras-del-gobierno-en-el-istmo-de-tehuantepec.html